Las sales fundidas ofrecen ventajas reales como caloportador, especialmente a altas temperaturas de funcionamiento y en un rango de temperatura de 120 °C a 550 °C, en comparación con los aceites térmicos, que se encuentran limitados a una temperatura de funcionamiento de unos 400 °C. En condiciones de funcionamiento, las mezclas de sales son líquidas y ofrecen ciertas ventajas como una baja viscosidad, una elevada capacidad térmica y un funcionamiento sin presión. Además, existe una elevada seguridad operativa gracias a los sistemas de autovaciado. En caso necesario, se podrán integrar también módulos de refrigeración que enfriarán a la temperatura exacta, cercana al punto de solidificación. De este modo, un sistema de regulación de temperatura puede llevarse a cabo con un rango de temperatura de trabajo único. Con otro caloportador esto no es posible. Los campos de aplicación son, por ejemplo, la producción de óxido de aluminio y de melamina, así como la evaporación de bases y diversas reacciones a altas temperaturas.
Esquema de funcionamiento de un sistema de regulación de temperatura con sal fundida como caloportador
Los sistemas de regulación de temperatura con sal fundida como caloportador disponen de un tanque con calefacción, equipado con una bomba sumergible. Al desconectar la bomba, la mezcla de sales retorna al depósito a fin de evitar la congelación de la instalación. La bomba se solución salina fomenta la transferencia del caloportador al calentador, que puede ser un calentador eléctrico o una caldera por combustión, donde la mezcla salina se calienta a la temperatura deseada. Mediante un refrigerador por agua o aire instalado, el caloportador puede refrigerarse a una temperatura cualquiera situada por encima de su punto de congelación.